jueves, 23 de febrero de 2012

Comportamiento táctico. Aprendizaje táctico: fundamentos teóricos y orientaciones metodológica.

Hola. Después de mucho tiempo sin postear nada, he decido compartir un pequeño artículo que he escrito relacionado al comportamiento táctico, sus fundamentos teóricos y orientaciones metodológicas. En realidad, he estado leyendo varias cosas como parte de un proyecto más ambicioso y esto es solo un fragmento inspirado en su mayoría por el cuarto capítulo de Manual de Metodología del Entrenamiento Deportivo, de Dietrich Martin, Klaus Carl y Klaus Lehnertz (de hecho hay párrafos que son un verdadero resumen). Recomiendo a todos el citado manual, y espero que os guste lo escrito a continuación.

Comportamiento Táctico. Aprendizaje táctico: fundamentos teóricos y orientación metodológica.

En los deportes de situación (deportes de oposición, cooperación-oposición), entre los que se encuentra el Taekwondo, el dominio táctico es un factor prioritario en el rendimiento. Así, las capacidades, tanto físicas (fuerza, resistencia, velocidad y flexibilidad) como técnicas, adquieren la eficacia óptima cuando se utilizan de forma oportuna durante le desarrollo del juego. Por este motivo se puede definir el Comportamiento Táctico como la elección de la forma adecuada de actuación en el momento preciso para unas condiciones concretas. A partir de esta afirmación y siguiendo a Hagerdorn (1983), definiremos la táctica como la utilización del sistema de planes de acción y alternativas de decisión que permiten regular la actividad haciendo posible un éxito deportivo.

Pues bien, una vez conceptualizado el marco de la táctica y su importancia dentro del lance deportivo, debemos preguntarnos ¿Qué determina el poder elegir la opción más adecuada para cada momento?¿Qué estructuras se ven afectadas en este proceso?¿Qué mecanismos utiliza el deportista para llevar a cabo dichas opciones? Y, ¿cómo puedo entrenarlos?.

-Fundamentos teóricos del comportamiento táctico.

En primer lugar, y como se deduce de la definición de Hagedorn, debemos comprender que los procesos tácticos son contenidos de una naturaleza diferente a los otros aspectos del entrenamiento: lo condicional y lo técnico es esencialmente motor, mientras que lo táctico es esencialmente cognitivo. De tal forma que llegamos a hablar de Pensamiento Táctico, en referencia a la capacidad de relacionar las alternativas de decisión, tanto propias como ajenas, y los planes de acción de unos contra otros, aprovechándolos de la mejor forma posible (Hagerdor, 1983).

Esto lleva a la necesidad de que el deportista tenga que realizar esfuerzos en varios frentes:

  • A nivel perceptivo: realizando un gran esfuerzo por captar la información sustantiva y relevante de toda la presente (aspectos temporales, espaciales y situacionales).
  • A nivel decisional: una vez que integra la información ha de darle sentido con fin de resolver la situación.
  • A nivel motor: ejecutando el programa motor que se ajuste a cada situación.

Realmente, se distinguen las siguientes fases en el desarrollo de las acciones tácticas (Martin, D.; Carl, K.; Lehnert, K; 2001):

  1. Periodo sensorial: percepción de la situación.

  2. Periodo discriminatorio: confrontación mental y análisis de la situación. Cálculo de las opciones propias y del rival, de las posibles soluciones.

  3. Periodo combinativo: elaboración de un plan de acción, considerado como mejor solución para ese momento.

  4. Periodo operativo: transformación en acción, aquí transcurren al mismo tiempo procesos mentales operativos, con las cuales el plan de acción originario se adecua de nuevo a las condiciones de la situación.

  5. Periodo de valoración: análisis de resultados. Comienza ya durante el curso activo de la acción y continúa después de ella.
Esta última fase será de vital importancia, pues desempeña un papel decisivo respecto a la acumulación de la experiencia. De hecho, todas las investigaciones llevan a la misma conclusión: con independencia de las modalidades, la acción táctica se basa en procesos de regulación que han sucedido con anterioridad. Las diferencias en cuanto a rendimiento entre deportistas eficaces e ineficaces (experimentados) puede explicarse sobretodo por diferencia en la recepción y procesamiento de la información (Wesphal; Gaseje; Richtering, 1987).

Así, a los deportistas experimentados se les supone que poseen un gran capacidad de anticipación, esto es, de adelantarse al resultado de la acción con la ayuda de unas pocas informaciones situaciones (Meinel; Sichabl; 1987). Es decir:

  • Anticipar el conjunto de la situación sobre la base de poca información (anticipación perceptiva y situacinal).
  • Reaccionar con rapidez aplicando un programa de acción anticipado (anticipación empirica o de programa).

Estas dos capacidades de anticipación (anticipación situacional y de acción) son el resultado de procesos empíricos.

Pero, ¿qué adaptaciones se producen en el Sistema Nervioso Central (SNC)? Al igual que conocemos las adaptaciones fisiológicas que los diferentes tipos de ejercicios de fuerza provocan sobre el músculo, la investigación está aportando luz sobre las adaptaciones producidas por el entrenamiento de la táctica. Es importante conocerlas para no interferir en su desarrollo con las propuestas de entrenamiento, al igual que no intentaríamos aumentar los niveles de fuerza explosiva con ejercicios de capacidad aeróbica.

Como ya se ha mencionado, la mayor parte del proceso táctico es cognitivo, por lo tanto está sometido a los rendimientos verbales (lingüísticos). De hecho, la conciencia está unida a una serie de funciones corticales y a a integridad el hemisferio de predominio verbal. Esto es fundamental para el aprendizaje de la táctica, pues solo si la información es transformada en símbolos y presentada al propio cerebro en esta transformación simbólica, tiene lugar la percepción consciente (Martin, D; Carl, K; Lehnertz, K; 2001).

La corteza cerebral es substancialmente más flexible y rápidamente “moldeable” que las estructuras subcorticales. Para la táctica esto supone que los esquemas son más rápidamente modifcicables que el comportamiento técnico. De hecho, podemos afirmar que el trabajo técnico supone, desde el punto de vista de la fisiología de los centros nerviosos superiores, un predominio del trabajo de almacenamiento a largo plazo de programas especiales consolidados a través de un largo ejercicio. La táctica, o comportamiento táctico, apunta, como hemos visto, a la mejora del trabajo de las áreas corticales. De esta dualidad se desprende, en el terreno de la praxis la imposibilidad de preguntar qué destrezas deportivo-motrices se necesitan para la táctica que se ha planteado, si no que más bien hemos de pregutarnos qué esquemas tácticos son aplicables con el actual estado de destreza.

Resulta interesante, por no decir fundamental, comprender las adaptaciones fisiológicas que se dan en este proceso. Este conocimiento es el que debe regular nuestra intervención con el deportista, pues al igual que en el trabajo de fuerza no podemos subministrar una carga que supere la capacidad biológica-adaptativa del deportista, en el entrenamiento y aprendizaje de la táctica debemos ajustar, regular y dosificar los estímulos (carga) a los que sometemos al deportista según su estadio de desarrollo. Veamos cual es el proceso adaptativo y sus condiciones.

El comportamiento táctico óptimo se basa, a grandes rasgos en la capacidad para recordar contenidos relevante de la memoria en el momento adecuado, es decir, para traer a la conciencia contenidos de la memoria a largo plazo. Se suele aceptar que existen dos clases de aprendizaje y memoria: a corto y a largo plazo. Como fundamento neuronal del aprendizaje se cree que una información se almacena primero bajo la forma de una excitación circular en un modelo ordenado circular espacio-temporalmente, como engrama dinámico. Esta excitación circular produce, a continuación, modificaciones estructurales en las sinapsis que participan y por tanto, una consolidación, un engrama estructural. El contenido de la memoria puede ser recuperado de nuevo mediante la correspondiente activación de estas sinapsis. Es decir, mientras que la potenciación post-tetánica (=facilitación) explica el fenómeno de la memoria a corto plazo, mientras que los recuerdos a largo plazo están codificados en el cerebro como modificaciones estructurales de las conexiones neuronales.

Las investigaciones indican que el proceso de aprendizaje produce, en primer lugar, una síntesis específica del ARN, que a su vez produce una síntesis proteica y así se llega finalmente a un crecimiento de las sinapsis y a una codificación del recuerdo. Por ello, si transferimos las distinción entre memoria a corto y largo plazo al terreno de la biología, la primera se basa en mecanismos iónicos modificados, mientras que la segundo lo hace es estructuras proteicas modificadas. La memoria a corto plazo (de “iones”) queda reflejada en una concentración elevada de iones de calcio y una disminución del caudal de iones de potasio en las células nerviosas y musculares, lo cual las sensibiliza ante los estímulos que tienen lugar tras la activación. La memoria a largo plazo (de “proteínas”) se manifiesta en una acumulación de proteínas especiales en las membranas sipnáticas, en una serie de ramificaciones dendríticas en las neuronas (Lehnertz, 1990a).

Entre la memoria de “iones” y la memoria de “proteínas” existe una estrecha interacción, pues por una parte la síntesis protéica que crea la memoria se estimula por el aumento de los iones de calcio; por otra parte, esta actividad de los iones solo es posible sobre la base de estructuras protéicas que existían de antemano. Como es sabido, toda actividad deportivo-motriz exige un repertorio adecuado de destrezas acumuladas en el memoria motriz a largo plazo. Según esto, el principal cometido del entrenamiento de la técnica consiste en movilizar, en una sucesión óptima y mediante una repetida activación de las células musculares y nerviosas, las corrientes de iones, que a su vez estimulan la deseada síntesis protéica sobre la que se basa la memoria a largo plazo. La utilización óptima de estas destrezas acumuladas a largo plazo precisa un pensamiento táctico, que hemos de entender como el proceso de la vinculación asociativa de situaciones percibidas con modelos adecuados de activación motriz recuperados de la memoria.

Este tipo de adaptaciones se producen de forma óptima siempre que la estimulación sea precisa y en su justa medida. Así, en un entrenamiento de la “flexibilidad” de las estructuras corticales superiores prolongado suele aparecer problemas de depresión: cuando se suceden series largas de excitación muy frecuentes, debido a las terminaciones nerviosas, se produce un depresión sináptica (Dudel, 1987). Como en estos casos se reduce el número de transmisores liberados, la transmisión sináptica no se realiza ya de forma óptima. Si continúa la excitación, tiene lugar en estos casos una movilización de sinápsis sustitutorias a modo de compensación; esto puede generar nuevas conexiones, que no son, sin embargo, las mejoras vías de enlace para secuencias motrices óptimas.

Para poder actuar con éxito en la competición no solo es importante haber adquirido, mediante el trabajo una memoria motriz a largo plazo, sino que hay que estar en condiciones de utilizar en el momento justo ese potencial. Con otras palabras, hemos de recordar la ejecución motriz óptima. Para ello, se debe ensayar la ejecución de un movimiento hasta que salga en la forma prevista, pues la posibilidad de acierto es mayor al realizar un intento previo, cuando todas las sinápsis participantes en la forma óptima ha sido facilitadas previamente. Sin embargo, debido a lo expuesto arriba , hay que decidir cuando es necesario interrumpir el entrenamiento para no favorecer la formación de conexiones sinápticas no deseadas. Incluso cuando un ensayo, realizado con gran esfuerzo y concentración, discurre con acierto, si la cifra de repeticiones erradas es mayor. En este caso la programación errónea de las sinápsis aumentar frente a la optimización de los programas.

En relación a la explicación biologicista, cabe mencionar una memoria suplementaria que se debe aprovechar con vista a los objetivos. Esta es la fijación por escrito de las ayudas verbales utilizadas para dirigir la actividad y el movimiento. Muchos deportistas formulan de forma verbal (al menos mentalmente) ciertas sensaciones cinestésicas, secuencias motrices representadas de forma mental y decisiones tácticas significativas. Estas codificaciones lingüísticas sobre la percepción de los propios movimientos y acciones pueden y deberían ser conservados. La palabra tiene aquí la finalidad de despertar el correspondiente recuerdo y crear las condiciones previas a la facilitación sináptica de una acción motriz con la calidad deseada.

Antes de pasar a centrarnos en las condiciones metodológicas para el entrenamiento de la táctica, conviene mencionar el resumen que Westphal, Gasse y Richtering (1987) realizan sobre las investigaciones relacionadas con el comportamiento táctico:

  • A la hora de dominar cognitivamente las tareas tácticas, la recepción y el proceso de la información desempeña un papel decisivo.
  • Del tiempo global de la acción (desde que aparece la señal hasta que la acción está realizada), los procesos cognitivos ocupan más de la mitad.
  • Los deportistas más eficaces y experimentados captan más rápidamente la información. Disponen de mejores premisas cognitivas para el rendimiento y de una actitud de observación más eficaz: en situaciones conocidas su mirada salta, en el momento justo y en forma de movimientos oculares de anticipación, hacia la zona donde se esperan las acciones decisivas. En el transcurso de la observación abarcan solo unos pocos rasgos de la acción, pero claramente necesarios. Evalúan el resultado de la acción con mayor rapidez y acierto que los principiantes.
  • Los deportistas experimentados reconocen mejor los contenidos de la percepción.

Consideraciones metodológicas para el aprendizaje y entrenamiento de la táctica.

Según Westphal, Gasse y Richtering (1987), las acciones tácticas requieren:

  • Capacidad para evaluar las secuencias temporales de las acciones propias y del rival.
  • Conocimiento sobre el significado de los datos situacionales.
  • Capacidad para aplicar procesos de pensamiento y decisión para valorar el propio estado de rendimiento.

Por lo que el entrenamiento de la táctica debe plantearse persiguiendo las siguientes objetivos concretos:

  1. La enseñanza de conocimientos tácticos: los deportistas deben adquirir conocimientos sobre los sistemas tácticos básicos de su modalidad. Sobretodo ha de adquirir nociones sobre posibilidades y series de acontecimientos (situaciones estándar).
  2. La enseñanza de la capacidad de percepción: se ha de trabajar la capacidad de percepción, sobretodo la referida a los contenidos de percepción propios de la especialidad. Es el entrenamiento del comportamiento motor de la mirada: la fijación de la atención, la percepción global y puntual, etc.
  3. La elaboración de etapas de decisión: requisito previo a ésta es que la decisión sea consciente. Los deportistas han de aprender a vincular, de acuerdo, con la situación, las informaciones percibidas con las posibilidad de las acciones tácticas.
  4. La orientación hacia el autocontrol: Los deportistas han estar capacitados para reconocer decisiones fallidas, y aceptarlas, para aprovecharlas de forma constructiva para modificar el comportamiento en situaciones comparables.

Orientación metodológica para el entrenamiento de la táctica:

El objetivo director del entrenamiento de la táctica es la acumulación sistemática de experiencias para dominar con éxito las exigencias de la competición propias de la modalidad. Pode:mos seguir cuatro oientaciones metodológicas propuestas por Westprhal, Gasser y Richtering:

  1. Fomentar el desarrollo de la capacidad perceptiva: la percepción ha de desarrollarse de modo gradual, si bien de una manera consciente; los resultados de la percepción deben ser elaborados de forma sistemática.
  2. De “observar” a “reconocer”: el lugar de observación, la posición, el campo visual y la perspectiva limitan las posibilidades de percepción tanto como el tiempo disponible. Por ello en cada situación global solo se pueden “observar” y “reconocer” una o dos señales características. De lo observado debe resultar lo reconocido en la situación, para iniciar sobre estas bases acciones propias de la situación. Durante el entrenamiento deberían hacerse conscientes, por sistema, las señales características que hay que observar.
  3. Ejercicio independiente: actuar de acuerdo con la situación requiere autonomía y capacidad para reconocer e interpretar con independencia la situación en cada momento. El entrenamiento de la táctica debe servir de impulso para actuar de forma responsable. El trabajo de situaciones estándar han de permitir unos margenes de decisión y conducir a veces a errores tácticos. La autonomía supone la evaluación de uno mismo, de modo que los deportistas no deberían solo depender de la retroalimentación recibida por los entrenadores.
  4. Retroalimentación objetiva: las informaciones objetivas son imprescindibles para evaluar las propias acciones de acuerdo con los hechos y también para aprender a observar. Por ello, el análisis en vídeo debe revelar el comportamiento de juego propio y del rival.

La táctica individual debería enlazarse desde un principio con la técnica para poner en claro que la técnica de movimiento cumple una función para transformar las ideas sobre el juego. Finalmente, se mejorará la táctica individual, en tanto que el trabajo de las capacidades de percepción y decisión con formas de ejercicio próximas al juego, pues solo así advertirá el deportista la importancia de las señales que dirigen la acción.

En cada forma de ejercicio la decisión habrá de elaborarse respetando los siguientes pasos:

  1. El jugados/deportista observa el transcurrir de los acontecimiento e intenta descubrir las regularidades.
  2. Se ejercita elaborando, a partir de una serie de observaciones, un cuestonario sobre las señales características, que reflejan relaciones causales regulares, del tipo “Si....entonces”.
  3. Enlazar sus observaciones con la propia acción: si esto es así, el hace esto y yo lo otro.

En una última etapa, la cercanía a las condiciones de juego puede incrementarse introduciendo otras alternativas ya conocidas.

En el primer nivel de la formación táctica se repite y se ejercitan constantemente señales características habituales de determinadas acciones de competición, hasta que los deportistas “reconozcan” esas señales y aumenten la rapidez de la toma de decisión.

En la segunda etapa procuraremos, con un trabajo sistemático, que los deportistas aprendan a anticipar situaciones de competición, esto es, a adelantarse a las acciones del rival según un esquema de probabilidades y a reaccionar de la forma correspondiente.

En la tercera etapa es preciso desarrollar una memoria situacional, que nos permite identificar las posibilidades de lois acontecimientos. Para que se consolide un comportamiento específico de probabilidades es decisiva la participación en muchas competiciones con rivales diferentes.